Cada mes de febrero, la ciudad de Puno se transforma en un escenario vibrante de fe y celebración, rindiendo homenaje a la Virgen de la Candelaria. Este fervor religioso tiene raíces que se remontan a 1532, cuando los españoles llegaron a los Andes, trayendo consigo la veneración a diversas representaciones de la Virgen.
La Virgen de la Candelaria se convierte así en un símbolo que deviene en nuevas festividades, vinculándose de manera especial con la población indígena. La tradición cuenta que la Iglesia abocó la devoción a la Virgen a los indígenas como parte de un proceso de erradicación de idolatrías. Los campesinos la adoptaron como su madre, representación de la Pachamama, diosa madre de la tierra.
En la ciudad de Puno, la devoción a la Virgen de la Candelaria comenzó en viviendas particulares en el siglo XVIII. Documentos históricos revelan que ya en 1707 y 1752, la Virgen era venerada en la villa de Puno. La festividad fue consolidándose, y para 1787, su imagen encontró refugio en el templo de San Juan, convirtiéndose en el santuario de la Virgen de la Candelaria.
La devoción creció con el tiempo, involucrando a autoridades eclesiásticas y municipales. En 1792, la festividad ya contaba con una década de instaurada en Puno, y se convertía en un evento de gran importancia. La Virgen de la Candelaria recibía obsequios de sus fieles, resguardados por familias y luego por sacerdotes. Su manto, conformado por seis piezas, se ha enriquecido con más de 160 obsequiados a lo largo del tiempo.
La veneración a la Virgen de la Candelaria en Puno ha sido marcada por acontecimientos milagrosos. La leyenda narra que, en 1696, un ejército de refuerzo llegó a Puno durante una procesión en honor a la Virgen, confundido como una intervención divina que hizo que las fuerzas que cercaban la ciudad se retiraran.
La festividad anual de la Virgen de la Candelaria es un espectáculo visual y emocional, donde las damas seleccionadas realizan la ceremonia de cambio de vestimenta. Este acto íntimo se considera una muestra de devoción y respeto hacia la venerada Virgen.
La Virgen de la Candelaria, patrona augusta de Puno, sigue siendo el corazón espiritual de la ciudad, cumpliendo milagros y consolidando su lugar en la memoria colectiva. Cada año, esta festividad refleja la conexión profunda entre lo religioso y lo cultural, dejando una huella indeleble en el alma de los puneños. En este rincón de los Andes, la Virgen resplandece como un faro de esperanza y protección, uniendo corazones en devoción eterna. Este 2024 vuelve tras 4 años de ausencia por el coronavirus.